viernes, 10 de abril de 2015

El universo de los personajes de Rodríguez

Una pequeña ciudad se convierte en el universo que nos muestra Ricardo Rodríguez, donde analiza y profundiza en el qué somos, cómo hemos llegado hasta aquí y, por supuesto, hacia dónde vamos. Es el problema que nos plantea en su última novela El secreto de Sócrates (Piel de Zapa, 2015) este escritor madrileño.


Rodríguez, vecino de Leganés, es un narrador nato que destaca por su creación de personajes. Tanto es así que él mismo nos reconoce que para crear una novela necesita empezar tres o cuatro donde va creando personajes y de las que sólo finalizará una "donde los personajes ya empiezan a tener forma y material de derribo".

"Sólo he terminado cuatro novelas en mi vida, de las que he publicado solo dos por suerte para los lectores, y teniendo en cuenta mi edad quizá termine otras tres o cuatro" bromeaba en la presentación del libro.

Tras el éxito alabado por la crítica de su anterior producción, La moral del verdugo (Mondadori, 2005), "vuelve a sorprender con su potencia narrativa y su buen hacer literario" como describe el Gremio de libreros de Madrid. Esta novela es como un manual para entender la situación actual de la sociedad mientras disfrutamos de la prosa delicada, culta y fluida de Ricardo Rodríguez.

Como padrino en la cita de la librería Antonio Machado del edificio del Círculo de Bellas Artes estuvo intercedió el escritor, periodista y crítico literario Victor Claudín. Claudín confesó estar enfrascado con la novela de la que "podría estar hablando horas", elogió multitud de carácteres de la novela y describió las aptitudes más notorias de cada personaje.

El mentor en esta ocasión sentenció que "tanto el PP como el PSOE tendrían mucho que aprender de Fulgencio", el Alcalde de esta ciudad imaginaria no tan lejos de la realidad que vivimos. "El Alcalde vende servicio públicos para no tener que cobrar impuestos, y los reales además de vender instituciones estatales suben las tasas".

El autor finalizó dando las gracias a aquellos que habían conseguido leer sus más de 700 páginas originales y le habían ayudado a mutilar a su hijo, labor muy complicada, pero necesaria. Y dedicó el resto del tiempo a firmar ejemplares del objeto de la cita a sus más de cincuenta seguidores que se reunieron, llenando hasta las escaleras del pequeño local, a escuchar las palabras de este gran narrador todavía por descubrir. Adentrarse en esta ciudad ficticia es filosofar por las mentes de nuestra sociedad actual.




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