lunes, 12 de diciembre de 2016

Estocadas niponas de sabor

Flamenco evocador, atmósfera llena de arte y misterio, Emilio García Ortigosa aparece empuñando sendos cuchillos jamoneros cual katanas, una en cada mano, y vestido con falda de aikido. Sus ojos clavados en el jamón como si mirara cara a cara a un morlaco. Guitarra española, baile flamenco y degustación del ibérico bien cortado de esta manera tan peculiar y atractiva, crean la auténtica fiesta nacional.

Profesionalidad y habilidad para el corte, sumado al espectáculo resulta un combo no te dejará indiferente. Pero el maestro cortador de jamón Emilio G. Ortigosa no es sólo espectáculo, sino que es pasión y perfección en la praxis. Puede hacer sentir el cielo, el campo y la tierra en cada loncha de este manjar en nuestros paladares. El sabor es jamón, es alguna de las frases que acuña Emilio que está desarrollando su imagen de marca con sus iniciales. EGO, es el nombre que le representa, un círculo que engloba la tajada de jamón con su veteado, al igual que engloba sus productos (Jamón, kit de cortador, música...) e iniciativas (escuela de cortadores y local) y el jamón como experiencia.

Este valenciano llegó a Madrid hace tan solo 3 años, cuando ya se planteaba irse a Japón por el escaso reconocimiento de su práctica, muy diferente del corte tradicional. Pero en la capital conoció a la mujer que está dando forma a su gran destreza. El gran valor añadido de su método es no cortar todo igual, la falsa creencia actual consiste en cortar todo recto y aprovechar al máximo el jamón. Emilio, por el contrario, va diferenciando cada parte, cada músculo y cada textura de la carne para obtener el mejor resultado y sus distintos sabores. "Los clásicos hablan de 5 o 7 sabores del jamón cuando se pueden obtener 11 o más" nos explica el visionario cortador.

"El espectáculo de Fusión es solo el culmen de todo lo que comprende EGO, ya que lo más importante es como evoluciona y cada vez saca más partido a los sabores, rompiendo las fibras consigue hasta que los alérgicos a los frutos secos puedan volver a degustar esas notas" reconoce su socia. Pero "cuando sube a un escenario es como si el jamón le poseyera, la verdad es que es todo un  disfrute poder verlo, pero no es sólo espectáculo es una corriente nueva" añade.

Emilio recuerda uno de los momentos más llamativos y emotivos que ha vivido "una chica musulmana se echó a llorar al probar el jamón, porque había roto su promesa religiosa, pero imaginaría volverla a romper al sentir tales sensaciones en su boca".

Como buen apasionado en un tema ya está reivindicando su lugar en el sistema. Desde escuela de maestros cortadores hasta su reconocimiento en los contratos de trabajo, es decir, que sea una categoría laboral más. Entre otros de sus proyectos también se encuentra un local que está remodelando desde los cimientos para dar cabida a todo este universo jamonero que ahora se desarrolla en su mente. Próximamente tendremos más noticias.

Todo un torero por un jamón al que no mata, sino que da estocadas niponas de sabor. Artista, creativo, experto, sabio, trabajador, emprendedor... son muchas de las cualidades que se le pueden atribuir a Emilio además de su porte que le identifica más si cabe con el matador en la plaza frente a un toro de lidia. Sin pases de pecho pero con roces que sacan vetas blanquigranas al ibérico no deja impasible a ninguno de nuestros sentidos.


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