lunes, 27 de noviembre de 2017

Un zoológico de humanos sobre las tablas

En la puerta nos reciben con unidades de alimentación para humanos, y tomamos asiento. El zoológico de humanos en el que se convierte cada viernes la sala Norte 9 tiene una celda para Ota (Tino Antelo), un ejemplar de macho humano que ha crecido en cautividad. Inocente e inexperto, no recuerda nada de la vida salvaje del exterior y nunca ha compartido hábitat con semejantes. Kra (Patricia Fuertes) será su compañera, maestra y revulsivo.

El viernes 24 de noviembre, Ota y Kra tuvieron su espectáculo final ante sus mirones de Norte 9, en la última función de Animales Salvajes, una tragicomedia de Miguel Campion. Con una idea que promete todo un juicio de valores, esta obra se queda más en animales domésticos que en Animales salvajes, como un zoo humano edulcorado que no exprime todo lo que cabría criticar o, simplemente, mostrar de una situación tal y de una sociedad que gusta de encerrar todo para ser objeto de estudio.

En la interpretación, muy correctos Antelo y Fuertes, representan muy bien esa dualidad que tenemos todos y cada uno. Nuestra parte dulce que se deja llevar por la masa y por los miedos que le inculcan, y por otro lado la cara rebelde e inconformista que quiere salir de la celda, cueste lo que cueste, para ver las cosas por nosotros mismos.

A pesar de que tuviera algo de ácido, al final tiene una visión pesimista (o realista) de la sociedad donde los sueños se ven truncados, y la frustración es la tónica de los que quieren escapar a las normas, ya sean más o menos culturales o éticas, estrictas o laxas.

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